miércoles, 10 de agosto de 2011

La búsqueda de la Unidad...

   Yo emprendí el entrenamiento de mi cuerpo a través del Budo, y cuando realicé su esencia última obtuve una verdad aún mayor. Cuando llegué al fondo de la realidad univesal vi claramente que los seres humanos deben unificar la mente, el cuerpo y el Ki que los conecta a ambos, y que la persona debe armonizar su actividad con la actividad de todas las cosas en el Universo. A través de la sutil actividad del Ki se armonizan la mente y el cuerpo y la relación entre el individuo y el Universo.
   Si no se utiliza debidamente la actividad sutil del Ki, la mente y el cuerpo de la persona enfermarán, el mundo se volverá caótico y el Universo entero se sumirá en el desorden. El Aikido es la vía de la verdad. Entrenarse en Aikido es entrenarse en la verdad. A través de la dedicación, del entrenamiento y de la perspicacia nacerá la actuación divina.
   Sólo si se practican los tres tipos siguientes de entrenamiento, la inamovible verdad de diamantina dureza podrá convertirse en parte de nuestra mente y de nuestro cuerpo.
   1. Entrenarse para armonizar nuestra mente con la actividad de todas las cosas del Universo.
   2. Entrenarse para armonizar nuestro cuerpo con la actividad de todas las cosas en el Universo.
   3. Entrenarse para hacer que el Ki que conecta la mente y el cuerpo se armonice con todas las cosas en el Universo.
   El verdadero alumno de Aikido es aquel que practica y lleva a cabo estos tres puntos simultáneamente, no de una manera simplemente teórica, sino de forma efectiva, en el Dojo, y en todo momento de la vida diaria.
   El Maestro Ueshiba enseñó repetidamente:
   "Cualquier técnica de un Arte Marcial debe estar de acuerdo con la verdad del Universo. Si no lo está, el Arte Marcial estará aislado e irá en contra de la concepción de Arte Marcial como creador de amor, o Take-Musu. El Aikido es Take-Musu por excelencia. Marcial (Take) aquí quiere decir el rugido heroico, la resonancia del cuerpo, el poder de Aum que resuena en el Universo.
   La resonancia del cuerpo se deriva de la unidad de la mente y el cuerpo, que armoniza con la resonancia del Universo. La repuesta e intercambio mutuos producen el Ki de Ai-Ki. La esencia del Aikido es el eco mutuo de la resonancia del cuerpo y la resonancia del Universo. De esto nacen calor, luz y poder unidos de un espíritu plenamente realizado. La vitalidad del eco del cuerpo y la resonancia del Universo nutren el funcionamiento sutil del Ki y engendran a Take-Musu Aiki, el Arte Marcial que es amor y el amor que no es otra cosa que Arte Marcial".
   La contestación a la pregunta de cómo alcanzar uno, la unidad del Ki del Universo con el propio Ki, su armonioso funcionamiento y su mutua réplica está en el entrenamiento y en la práctica intensiva. Esto hace del amor y la armonía el fundamento del Aikido. El Fundador consideraba que ésta era la esencia última y su verdad más elevada.
   Este enfoque filosófico puede ir más allá de la comprensión del practicante corriente, por lo que podría buscar un ejemplo más práctico de la esencia en su manifestación como conjunto de movimientos y de técnica. De hecho, y por eso, al Fundador no le gustaba enseñar con palabras y prefería a través de la práctica y del entrenamiento, como se expresa en este poéma:
   "Aiki no puede ser gastado en palabras escritas o habladas. Sin entretenerse en conversaciones inútiles, com prended a través de la práctica".
   Esto es idéntico al hecho de la imposibilidad el secreto de la espada japonesa mediante el análisis. Sólo puede adquirirse su conocimiento de forma personal y a través de la experiencia real. Todos los asuntos relaccionados con el corazón y el espíritu humano son de esta naturaleza.
   Cuando el Maestro Ueshiba explicaba la exencia y la verdad del Aikido en términos más prácticos, lo hacía usualmente por medio de la poesía o de charlas ocasionales a sus discípulos, de las cuales escribió un número nada desdeñable. Pero, puesto que cada una refleja sólo un aspecto de su filosofía, pueden exponerse a interpretaciones erróneas y, por tanto, deben de tratarse con cuidado.

                                               Maestro K. Ueshiba
                                          Extraído Nº 26 Revista Dojo