viernes, 1 de octubre de 2010

Musubi. . .

El Aikido es el estudio de la sabiduría, si no podemos controlarnos y confiar en nosotros mismos - si no podemos comprendernos a nosostros mismos con claridad - nunca conoceremos ni tendremos la confianza de otros, y ciertamente seremos capaces de controlarnos. El propósito del entrenamiento del Aikido no es crear luchadores agresivos, sino refinar la sabiduría y el autocontrol.
La clave para este proceso - y el corazón del Aikido - es el musubi. Esta palabra puede traducirse como "unidad", o "interacción armoniosa". En la práctica, musubi significa capacidad para mezclarse, tanto física como mentalmente, con el movimiento y la energía de nuestro compañero. Musubi es el estudio de la buena comunicación. En cualquier interacción entre personas, existe la comunicación, tanto si se reconoce como sino. Depende de los participantes en la interacción la determinación de si la comunicación será productiva o inútil, amistosa u hostíl, verdadera o inexacta. El Musubi, conforme se refina, puede querer decir la capacidad para controlar y alterar la interacción, convirtiendo un enfoque hostil en un encuentro saludable o un ataque en un apretón de manos.

Armonia

El musubi es tanto un método de aprendizaje como un objeto de estudio. El musubi, en su refinamiento final, va asociado con la consecución de un sentido de armonía universal, y en la técnica, la capacidad de controlar encuentros para bien. Pero ¿puede alcanzarse tal habilidad obligando, coaccionando, o atemorizando a las personas para que la aprendan?. No, el musubi debe enseñarse y estudiarse de acuerdo con los principios que ejemplifica de modo que la conciencia del estudiante de Aikido pueda refinarse junto con su movimiento físico. El musubi debe enseñarse mediante una buena interacción y una orientación firme pero amable.
Aprender a responder a los atacantes con musubi es un proceso largo y difícil: ¡No luches!¡Fusiónate!El principiante no se fusionará sino que reaccionará con temor y agresión, las reacciones instintivas a la amenaza. El principiante intentará defenderse, luchando o hiriendo al atacante.
En Aikido el objetivo es domar y controlar estos instintos animales, no estimularlos. Esta es la razón, especialmente en el caso de los principiantes, por lo que a menudo usamos varios tipos de agarres como ataques. El estudiante neófito no está equipado para hacer frente a ataques verdaderos - como golpes o patadas - con calma mental ni con un movimiento físico adecuado. Los agarres permiten al principiante estudiar técnicas sin temor de que la seguridad física interfiera en el aprendizaje de las respuestas correctas. En lugar de ponerse a luchar y a competir; el estudiante pule el movimiento y la mente. El estudiante estudia el control de sí mismo, del compañero, y de la relación entre ellos. Los agarres tienen la ventaja de proporcionar contacto físico entre los compañeros de prácitca de modo que ambos puedan percibir lo que hace que un movimiento sirva. Si no hay contacto físico, a los estudiantes principiantes les será difícil explorar los mecanismos de la técnica.
La coooperación es muy importante en el entrenamiento del Aikido. Casi todas las prácticas se hacen con un compañero, y la relación entre los compañeros debe ser una manifestación de musubi. Tanto el tori como el uke tienen su responsabilidad. Mientras que el tori debe entrenarse para mezclarse con, en lugar de luchar contra, ataques, el uke debe aprender a atacar de un modo que sea apropiado para la técnica que se está estudiando y proporcionar las condiciones apropiadas para el aprendizaje.
El estudio del Aikido es el estudio de la sabiduría, y la sabiduría, en gran parte, es la posesión del sentido común. El sentido común, desgraciadamente, es mucho más escaso de lo que su nombre podría implicar. En este mundo se pierde o no se aprende nunca. El entrenamiento en musubi y en los principios básicos del Aikido implica volver a aprender el sentido común. Encontraremos evidencia de ello en los movimientos defensivos básicos de irimi y tenkan. Podemos referirnos también a estos dos movimientos como un mismo movimiento irimi-tenkan, de la misma manera que el yin y el yang son partes de un todo.
Tanto el irimi como el tenkan son movimientos que usa la gente en la vida cotidiana sin pensarlo. Imaginémos que estamos caminando por una calle en una ciudad abarrotada con el flujo general del tráfico peatonal, y vemos a alquien que viene directamente hacía nosotros, andando en la dirección contraría, ¿Nos retiraríamos rápidamente entre la gente que anda detrás nuestro para apartarnos del camino? No, seguirémos caminando hacía él y quizás nos pondríamos de lado al alcanzarle para dejarle pasar. Este es un ejemplo de irimi. Ahora imaginémos que la misma persona nos empuja al pasar junto a nosotros. ¿Lo sujetaríamos y nos apoyaríamos en él para mantener nuestro equilibrio? No, podemos girar sobre nosotros mismos para conservar el equilibrio y seguir andando. Esto es un tenkan. Ambos movimientos son ejemplos sencillos y naturales del sentido común. Cualquiera puede hacerlos, y su misma simplicidad y universalidad confirman su verdad.
Pero la persona no entrenada en Aikido que ve a alguien avanzando hacía él o ella atacando, automáticamente hace lo que sabe que es una tontería en una calle abarrotada; intentar caminar hacía atrás. Cuando un empujón es un gesto hostíl, la persona se queda inmovil o se sujeta al atacante para conservar su equilibrio. La persona pierde el sentido común y la capacidad para percibir la reacción natural. En la calle abarrotada la persona demuestra comprender el musubi; enfrentada a una amenaza, la mente retrocede hacia el temor y la agresión, y el cuerpo pierde su capacidad para reaccionar con agilidad y eficacia.
El entrenamiento en Aikido, a través de su proceso gradual y cooperativo, enseña como aplicar los principios del musubi a situaciones cada vez más difíciles. Entrena a la mente a conservar su calma y la visión a la visión a retener su claridad para que ese temor, miedo o falta de seguridad no distorsionen el movimiento de nuestro cuerpo. Entrena a nuestro cuerpo de modo que se flesible y sensible; la práctica constante proporciona al cuerpo la sabiduría de la experiencia. De este modo, el cuerpo se convierte en el reflejo y en la manifestación física de nuestra mente, el cuerpo y la mente trabajando juntos - también en la relación del musubi - nos permiten reaccionar sencilla y eficientemente y con sensatez bajo presión, en lugar de dejarnos dominar y controlar por las circustancias.
El propósito de golpear y de dar patadas en la práctica se convierte no en un intento de destruir a un enemigo sino un medio para descubrir nuestra fuerza, equilibrio, intuición y estabilidad mental, y también los de nuestro compañero. En lugar de enfrentarse unos a otros con desconfianza, temor y complejidad, nos batimos con nuestros compañeros de práctica con concentración, sinceridad y con sentido del gozo.
Otra característica importante del musubi es operar en nuestro encuentro en esa calle abarrotada. Cuando encontramos al peatón que camina hacía nosotros, nuestras reacciones reflejan y responden a las de la otra persona, en lugar de entrar en conflicto con ellas. Nuestra conjunción con el otro peatón representa un flujo continuo y suave de energía, un toma y daca de fuerza y dirección. Este es otro - y quizás el más importante - elemento del musubi, a saber, aprender a sentir y usar la unidad de energía.
Esta es la razón por la que el kokyu ho, tal como dijo O´Sensei, es el entrenamiento más fundamental en el entrenamiento del musubi. El kokyu ho no es en absoluto una técnica de lucha, sino un estudio de la relación física y del movimiento.
Por último, debemos recordar que para alcanzar el musubi en nuestra práctica debemos establecer relaciones de confianza con nuestros compañeros de práctica. Sin confianza, no podemos entrenarnos en Aikido. El bujutsu del viejo estido desarrollaba luchadores muy capaces, pero no necesariamente favorecía mentes iluminadas. La mayoría de las veces, puesto que a los estudiantes del bujutsu se les castigaba esencialmente para llegar a la perfección, desarrollaba en ellos una conciencia de desconfianza y paranoica, una mentalidad de luchador callejero. El propósito del Aikido, por contra, es elevar el espírito y refinarlo; ganar fuerza a través de la sabiduría, no de la brutalidad. Esta es la razón por la que el proceso del entrenamiento del Aikido es tan importante. Al educar gradualmente al estudiante de Aikido y refinar su capacidad para satisfascer las exigencias de un entrenamiento severo, el sentido de dicho entrenamiento cambia. Los golpes y las caídas duros dejan de ser instrumentos de amenaza, convirtiéndose en herramientas que mejoran las habilidades de los estudiantes de Aikido. La diferencia entre el bujutsu del viejo estilo y el Aikido en el efecto de la severidad del entrenamiento es como la diferencia entre el fuego descontrolado y el fuego de una forja. Uno destruye, transtoma y mata; el otro, aún siendo igual en temperatura e intensidad, mejora el mineral bruto, le da forma, y lo convierte en una cosa hermosa.

Los principios del Aikido. Mitsugi Saotome
www.kiseidojo.org

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