martes, 7 de diciembre de 2010

Los 5 espíritus del budo...

     En budo existen cinco "espíritus" fundamentales: SHOSHIN, ZANSHIN, MUSHIN, FUDOSHIN Y SENSHIN. Se trata de conceptos muy antiguos y prácticamente olvidados en los modernos dojos de aikido. El budoka que se toma el tiempo para entender las lecciones de estos cinco espíritus con su corazón madurará para convertirse en una persona y artista marcial fuerte y competente. El alumno que no dedica el tiempo para conocer y abrazar estos espíritus siempre presentará carencias en su entrenamiento.

Shoshin

     El estado de shoshin es el estado de la mente del principiante. Es el estado de atención de aquel que permanece siempre completamente consciente, atento y preparado para verlo todo como si fuera la primera vez. La actitud de shoshin es esencial para aprender constantemente. O Sensei dijo una vez lo siguiente:

     "No esperéis que sea yo quien os enseñe. Debéis robar las técnicas por vosotros mismos."

     El estudiante debe de tomar un papel activo en cada clase, observando todo con la mente de Shoshin para poder "robar" la lección de cada día.

Zanshin

     El espíritu de zanshin es el estado de un espíritu constante y persistente. A menudo se lo describe como un estado sostenido y elevado de consciencia y constancia mental. En Aikido zanshin puede definirse como el estado de consciencia anterior, durante y posterior a la ejecución de una técnica, donde se establece un enlace o conexión entre uke y tori. Zanshin es el estado mental que nos permite permanecer conectados espiritualmente, no tan sólo a un único atacante, sino a múltiple atacantes e incluso a todo un contexto, un espacio, un tiempo o un suceso.

Mushin

     El manual de las "Escuelas de Aikido Ueshiba" define mushin como un estado de "no mente, mente sin ego. Una mente como un espejo que refleja y no juzga". El término original para referirse a ushin era "mushin no shin" que significa "mente de la no mente". Se trata de un estado mental sin miedo, ira o ansiedad. A menudo se describe el mushin con la frase "mizu no kokoro" que significa "mente como el agua". La frase es una metáfora que describe al lago que refleja claramente su entorno cuando se encuentra calmado pero cuyas imágines se distorsionan cuando lanzamos una piedra a sus aguas.

Fudoshin

     Es la valentía y la estabilidad que se muestra tanto mental como físicamente. Más que indicar rigidez e inflexibilidad, fudoshin describe una condición que nos ayuda a evitar que los pensamientos internos o las fuerzas externas nos afecten fácilmente. Nos permite recibir un fuerte ataque y mantener nuestro balance y compostura. Este estado nos permite recibir y ceder fácilmente, nos arraiga a la tierra y refleja la agresión devolviéndola a su origen.

Senshin

     Senshin es un espíritu que transciende los cuatro estados de la mente. Es un espíritu que protege y armoniza el universo. Senshin es un espíritu de compasión que abarca y sirve a toda la humanidad y cuaya función es reconciliar las discordias del mundo. Mantiene la santidad de la vida. Es la mente del Buda y la percepción de O´Sensei de la función del aikido.

     Abrazar completamente el estado de senshin es esencialmente el equivalente a llegar a un estado de iluminación y puede separar perfectametne el alcance del entrenamiento diario en aikido. En cambio, los primeros cuatro espíritus pueden ser alcanzados muy probablemente por el estudiante serio a través de la atención constante y el trabajo duro. Alcanzar estos estados mentales pueden recompensar al estudiante en multitud de formas.

     Shosin puede liberar al estudiante de las frustantes barreras del aprendizaje, proporcionándole la visión para ver aquellas cosas que le pasaban inadvertidas anteriormente. Zanshin puede elevar la propia conciencia mejorando nuestro rendimiento en randoris y el entrenamiento libre. Mushin puede liberar al estudiante de la ansiedad que se genera en situaciones de presión permitiéndole un mejor rendimiento en las situaciones que les ponen a prueba. Fudoshin, proporciona la confianza para defendernos ante ataques físicos que aparentamente deberían superarnos. El aikidoka serio debería encontrar la forma de incorporar estos espíritus del aikido en su entrenamiento diario.

aikido.es

La frase del mes...

Morihei Ueshiba

     El cuerpo es la unificación concreta de lo físico y lo espiritual creado por el Universo. Respira la esencia sutil de éste y se hace un solo cuerpo con él; de esta manera, el entrenamiento es el adiestramiento en el camino de la vida humana. En el entrenamiento, la primera tarea es disciplinar continuamente el espíritu, agudizar el poder de concentración, unificar el cuerpo y la mente. Estos son los cimientos del desarrollo de waza, que a su vez se despliega indefinidamente a través de nem.

     Nem no está nunca preocupado por ganar o perder y crece cuando se conecta adecuadamente con el Ki del Universo. Cuando esto sucede, nem se convierte en un poder sobrenatural que ve con claridad todas las cosas del mundo. Esta es la verdad de ganar sin combatir.

Aikido: El Maestro y el método.

Narraciones...

Los 3 hermanos

     Un viejo guerrero Samurai, que en su juventud logró sobrevivir a los embates de diversas guerras entre señoríos, presintió que sus días en este plano de vida se terminarían, y decidió dar lo poco que tenía a sus tres únicos hijos, los cuales también eran samurais, pero de un nivel de pelea muy básico.

     Como él presentía que su destino con el TAN TIEN  se acercaba decidió que no sería posible enseñar Kenjutsu por completo a sus tres hijos y esto lo puso muy triste pues sin duda después de su partida ellos serían presa fácil de otros guerreros de mayor nivel.

     Mientras se preparaba espiritualmente en meditación para su partida, le llegó una visión y una forma de dar el último legado a sus jóvenes hijos.

     Mientras hacía un recuento de las posesiones en armas que tenía y al observar las flechas que había forjado años antes como regalo para sus hijos. (las flechas tienen una simbología muy particular para los Japoneses pues denotan el vehículo con que se trasladan los deseos y las metas, y su objetivo es no regresar del lugar de donde salieron) así comparó los deseos que dejaría como último legado para sus tres hijos.

     Días más tarde convocó a los tres para dar sus bendiciones y para heredarles lo que les correspondiese a cada uno y durante ese momento dijo:

     "Se que ustedes seguirán mis pasos como guerreros y se que aún son muy jóvenes e inmaduros en las artes del sable, no obstante que sus técnicas son complementarias y que solo les enseñé a atacar y no a defender, les tengo una herencia más por darles. Sepan que en estas flechas está el secreto para que ustedes puedan ser invencibles a pesar de que solo saben técnicas de ataque".

     Los tres muchachos se quedaron sorprendidos, se miraban entre si, pues no sabían como tres flechas habrían de hacerlos invencibles. El anciano se sonrió y les entregó una flecha a cada uno de ellos, los chicos las miraron y quedaron más confusos pues las flechas no parecían tener alguna cualidad superior y uno de ellos dijo:

     "Padre gracias por tu regalo y por entregarnos estas flechas, pero dime ¿Cómo es que esta simple flecha me va a hacer invencible?".

     El anciano le dijo:
     "Si decides romper esta flecha con tus propias manos seguramente lo lograras sin ningún tipo de problemas, pero si juntas las tres te será practicamente imposible romperlas, juntalas de una sola vez e intenta romperlas romperlas tan solo con tus manos".

     El chico comprobó que su padre tenía razón pues a pesar de que eran simples flechas de madera duras y al juntar las tres no se podían romper. El anciano sonrió de nuevo al ver que ninguno de los tres pudo romper el grupo de flechas y continuó diciéndoles:

     "Así como el estilo de estas tres flechas es de solamente atacar su objetivo, el de ustedes es igual, pero pongan atención pues esta es la herencia más importante que les dejaré. Las flechas son indestrucctibles si se juntan pero si se deja una sola cualquiera podrá romperla, estas flechas representan a sus cualidades y a sus personalidades de combate, de igual manera, para que ustedes sean invencibles, siempre deberán pelear juntos y atacando de una manera definitiva y sin titubear, pues el día que decidan pelear solos será el último: rota una de las flechas las otras son más fáciles de romper. Esta es la manera de que los tres sean invencibles a pesar de que solo saben ataques y no defensas."

     Desde entonces ninguno de los tres hermanos se atrevió a pelear solo y desde ese momento juntos fueron invencibles.

     * Este precepto filosófico comprende la necesidad de estar unido para no ser derrotado.

Extraido de C.I. Aikido.

Cuentos Chinos . . .

Igual da una piedra

     La región de Sonsan, al sur de la península coreana, era a principios de este milenio un lugar próspero por su actividad comercial. Sitio de paso entre China y el Pacífico, Sonsan disfrutaba de un continuo trasiego de mercancías que estaba enriqueciendo a su población.

     Quien más, quien menos, todos se beneficiaban de la situación de Sosan, lo que afectó bastante al carácter de sus habitantes. Antaño, campesinos y leñadores, muchos se convirtieron en comerciantes, y esto también dio lugar a curiosas leyendas. Entre ellas destaca la tragicómica historia del avaro Pu Koc, que se había enriquecido vendiendo madera para la construcción de barcos, pero era de carácter tan conservador y mezquino que ahorraba todo el dinero que ganaba. Adoraba las monedas de oro, tanto que era incapaz de desprenderse de ellas; el dorado fulgor parecía tenerle hipnotizado. Contaban que su mayor pasión consistía en construir pirámides de monedas, que después derribaba; se deleitaba viendo cómo se desparramaban las brillantes monedas por toda la mesa, desbordándola y cayendo en una tintineante lluvia dorada. El desdichado Pu Koc en realidad no poseía oro sino que el oro lo poseía a él. Habitaba en el claro de un bosque, en un sobrio caserón feo e inhóspito, más parecido a un fortín que a un hogar. Un sólido muro erizado de cristales rodeaba su terreno, por el cual rodaban fieros perros semi-salvajes que tan sólo respetaban la mano que los daba de comer todos los días. No era pues de extrañar que los amigos de Pu Koc, si alguna vez los tuvo, llevaran años sin venir a verle. Nadie le conoció nunca mujer ni amante; su único amor era el dinero. Tampoco se le conocían grandes vícios, pues como él decía: ¡Mantener un vicio siempre es un despilfarro!. Incluso vestía atuendos sencillos, a menudo se trataba de ropa usada, comprada de ocasión.

     Su paranoia llegó hasta tal punto, que comenzó a creer que bandidos y vecinos estaban conspirando para asaltar su casa y robarle su tesoro. Así que una gélida mañana de invierno, cuando el sol aún no habñia salido, Pu Koc cargó su enorme bulto en una carreta: había metido casi toda su fortuna en el interior del gran baúl. Se ocultó bajo un amplio manto gris y azuzó a su mula por los caminillos del bosque. Tras más de una hora de camino, el avaro Pu detuvo la carreta y echó una mirada a su alrededor, sus ojos brillaban de desconfianza y temor. Estaba amaneciendo y no se veía ni la sombra de un alma, tan sólo algún búho animaba el fantasmagórico bosque. Bajó una pala y se echó a andar entre la frondosa maleza, trastabillándose con las nudosas raíces de los árboles y aguantando los arañazos y latigazos de las ramas. Con una energía extraordinaria, cavó un buen hoyo en mitad de ninguna parte, arrastró el pesado baúl hasta allí, lo enterró y cubrió el sitio de ramas y malezas. Por fin se  sentó en la carreta, agotado pero satisfecho. Según regresaba a su casa, sentía cómo le iba invadiendo una reconfortante sensación de seguridad y alivio.

     Pero al cabo de unos días, Pu Koc comenzó a echar de menos a sus brillantes monedas. El fuego de su existencia ya no relucía entre sus manos... Así que por lo menos una vez al día atravesaba medio bosque para llegar al tesoro enterrado, se sentaba encima y dejaba volar su fantasía para que bailara con las monedas escondidas. Pero esta curiosa peregrinación fue pronto observada por un joven leñador del lugar, quien al regresar a su cabaña solía ver al avaro sentado entre la maleza, con los ojos cerrados como en éxtasis. Al principio pensó que se trataba de un extraño ermitaño que vagaba por el bosque. Pero cuando descubrió su verdadera identidad, pues Pu Koc era famoso en toda la región por sus extravagancias, comenzó a sospechar de la presencia del tesoro en ese mismo lugar. Puesto que sabía que las mañanas del lunes Pu siempre iba al mercado de abastecimiento de madera, el leñador aprovechó uno de esos momentos para desenterrar el baúl y escapar de Sosan con el tesoro. Nunca más se supo de él por la región. Esa misma tarde el avaro hizo su peregrinación habitual, pero cuando llegó al escondrijo, tan sólo descubrió un profundo hoyo. Durante unos cuantos segundos se quedó totalmente paralizado, sencillamente no podía dar crédito a sus ojos. Pero al cabo de un instante lanzó un terrible alarido que acabó en sollozos. Se abalanzó dentro del hoyo y comenzó a arañar frenéticamente la tierra con las uñas, jadeando de rabia y de desesperación. Al cabo de unos minutos se desplomó agotado; era en vano, ahí no había más que raíces y escarabajos. Salió del hoyo, se tumbó en la hojarasca y comenzó a gimotear y a mesarse los cabellos.

     En aquel momento pasaba por ahí un campesino, el cual atraído por las lamentaciones del desdichado Pu Koc se sentó a su lado:

     -¿Qué le ocurre, buen hombre?
     -¡Me han robado mi tesoro!¡Lo tenía aquí enterrado!¡Mi oro!- respondió el avaro mientras derramaba lagrimones.
     -¿Y acaso ahora estáis cubierto de deudas?- Pu negó con la cabeza-. ¿Tal vez lo guardábais para el casamiento de vuestras hijas? - Pu volvió a negar con la cabeza. ¿Sin duda tenéis que pagar la curación de algún familiar gravemente enfermo?- y Pu sacudió de nuevo la cabeza. ¿Entonces por qué los guardábais con tanto celo y lloráis tanto su pérdida? ¿En qué pensábais gastarlo?.
     -¿Gastarlo? - Respondió el avaro estupefacto-. Mil diablos, ¿cómo que gastarlo?¡El dinero no llueve del cielo! ¡Nunca cogía nada!.
     El campesino comprendió la situación y, tras reflexionar un breve instante dijo: Esperadme un minuto... Creo que ya tengo la solución. Y se alejó andando, dejándo a Pu Koc con el alma en vilo. ¿Acaso sabía el campesino donde hallar su tesoro?, ¿tenía alguna pista? Al cabo de unos minutos regresó arrastrando una gran piedra que dejó de caer dentro del hoyo.
     Ya está. - dijo frotándose las manos. - Solucionado.
     ¿Cómo que solucionado?. - Saltó Pu indignado.- ¡No estoy para bromas pesadas!.
     - Calmaos. Puesto que nunca tocábais vuestro oro, bien podéis enterrar esta piedra, que os hará el mismo servicio...
     Y dicho esto, el campesino dio media v vuelta y se marchó sonriendo.

Revista DOJO nº 31